miércoles, 28 de noviembre de 2018

Cayo Julio César


Buenos días amigos,

Hoy retomamos la historia del final de la república romana y tras hablar del primer triunvirato procederemos a abordar la vida de la figura más importante de la historia romana y probablemente el ser humano más famoso e influyente de la historia, Cayo Julio César.
Cayo Julio César nació el 13 de Julio del año 100 a.C. fue el hijo menor de la unión entre Cayo Julio y Aurelia Cota, el hijo varón esperado tras el nacimiento de sus dos hermanas mayores. Por parte de padre era descendiente de Juno, el hijo de Eneas y fundador de Roma, por parte de madre era descendiente de reyes. Desde muy joven Aurelia Cota se encargó de su educación y compaginó el entrenamiento con la espada con la oratoria en griego.
A pesar de su noble cuna Julio César siempre fue defensor del partido de los populares. En el año 87 a.C. su tío Cayo Mario junto con Lucio Cornelio Cina tomaron el poder de Roma mediante un golpe de estado tras la marcha de Lucio Cornelio Sila a Grecia para luchar contra la revuelta de Mitrídates VI en el reino del Ponto. Durante los años 87 a 84 a.C. los populares gobernaron Roma, primero bajo el gobierno de Mario en su séptimo consulado y tras su muerte bajo el gobierno de Cina. Durante este período de gobierno de los populares Mario propuso a César ser Flamen dialis, sacerdote de Júpiter, para así proteger al joven ante las posibles represalias de los optimates si Sila volvía victorioso de Grecia y reclamaba el poder del senado. Ante esta situación Aurelia Cota arregló el matrimonio de Julio con una plebeya, Cosutia, para que no pudiese ser elegido Flamen dialis ya que este cargo impediría al joven Julio ausentarse de Roma e Italia y alcanzar la gloria en la guerra. Así su madre evitó que Julio fuese sacerdote de Júpiter sin cortar sus relaciones con su tío Mario. Una vez formalizado el matrimonio Aurelia Cota ordenó a César repudiar a Cosutia y arregló un nuevo matrimonio para su hijo con Cornelia Cina, hija de Lucio Cornelio Cina.
Tras la victoria de Sila en el Ponto, Cina reclutó tropas para enfrentarse a él en Grecia y evitar que regresara a Roma y tomase el poder por las armas, pero Cina murió en manos de sus propios soldados durante un motín. Así, en el año 83 a.C. Sila volvió a Roma y se empezó en Roma un período de represalias mediante la proscripción contra los seguidores de Mario y Cina. Una vez nombrado dictador Sila señaló a César y le ordenó repudiar a Cornelia para demostrar que rompía con el partido de los populares y con la política de su tío Mario y su suegro Cina. Pero César se negó a repudiar a Cornelia y se vio obligado a huir hacia el sur con su joven esposa y su hija Julia, nacida poco antes de la vuelta de Sila, para salvar su vida tras ser añadido en las listas de proscritos. Ante esta situación las gens Julia y Aurelia Cota intercedieron ante el dictador y lograron que perdonara a Julio, aunque el dictador exclamaba que “en Julio hay muchos Marios”.
Tras su vuelta a Roma, Cayo Julio César decidió viajar a Grecia para alejarse de la vida política de Roma y de su dictador y para aprender sobre la organización y gestión del ejercito dentro del estado mayor de Marco Minucio Termo, pretor que luchaba contra una nueva revuelta de Mitrídates en el Ponto. Durante su estancia en Grecia César convivió con el ejercito a pie de campo y aprendió las tácticas de guerra de las legiones romanas. Durante la guerra Termo ordenó a César ir hasta el reino de Bitinia para convencer al rey Nicomedes IV para que este enviara las naves que había prometido a Roma para apoyarla en esta guerra. Allí César sedujo al rey para ganarse su favor y volver con la flota prometida para la guerra contra Mitrídates, fruto de este episodio recibió el apodo de “la reina de Bitinia”.
Tras la muerte de Sila en el 78 a.C. César decidió regresar a Roma coronado con la “corona cívica” que le otorgó Termo debido a su gran capacidad de mando y al valor demostrado durante la guerra. Al volver a Roma César decidió integrarse en la vida política de la ciudad, para ello comenzó a asistir a las sesiones del senado y solicitó préstamos de elevadas cantidades de sestercios para promocionar así su carrera política. Empezó como abogado en el Foro llevando el caso de los ciudadanos de Macedonia contra Cneo Cornelio Dolabela por los crímenes cometidos por este durante su proconsulado en Macedonia. En este juicio se enfrentó a Quinto Hortensio y Lucio Aurelio Cota, su propio tío, y aunque perdió el caso y se vio obligado a pagar los costes del juicio demostró al pueblo de Roma su gran capacidad de oratoria. Tras este juicio ganó el caso contra Gayo Antonio por el saqueo de las ciudades de Grecia durante la campaña de Sila, pero el tribuno de la plebe ejerció su derecho al veto para anular la sentencia.
Durante esta época César pidió prestadas elevadas cantidades de dinero para financiar fiestas en su villa de Subura y su carrera como abogado. Tras la muerte de su tío Aurelio Cota, su madre consiguió que fuese nombrado miembro del colegio de pontífices y tras ello decidió viajar a Rodas, el sitio donde estudiaban los mejores oradores y políticos del mundo. Durante este viaje César fue secuestrado por los piratas de Cilicia y cuando estos les pidieron a sus esclavos que recolectaran 20 talentos para su rescate César les exigió que no pidiesen menos de 50 talentos y les prometió que cuando fuese liberado volvería y crucificaría a todos los piratas de la flota. Durante su secuestro César convivió con los piratas, desafiándolos y estudiando la costa de la isla en la que estaba cautivo. Finalmente, los esclavos volvieron con el rescate pactado y César volvió a Grecia donde reunió tropas y volvió a la isla para derrotar a los piratas, con los cuales demostró su clemencia al estrangularlos antes de cumplir la promesa de crucificarlos.
De nuevo en Roma César entabló relaciones con Marco Licinio Craso, el hombre más rico de Roma, con la intención de que este hombre le prestase las elevadas cantidades de dinero que necesitaba para pagar sus deudas y pagar a los electores durante su futura carrera política. Craso decidió apoyar a César debido a las esperanzas que tenía en su futura carrera política y decidió pedirle su ayuda durante la Tercera Guerra servil, en la cual Craso derrotó al ejército de esclavos de Espartaco. Dos años después de la caída de Espartaco César inició su carrera política organizando unos juegos para la plebe ya que sabía que tenía que ganarse a los electores para poder ser elegido cuestor. Tras la muerte de Cornelia y de su tía Julia, la esposa de Mario, César organizó dos grandes funerales que nuevamente le sirvieron para ganarse a la plebe. Finalmente fue elegido cuestor y fue destinado a la provincia de Hispania donde no llegó a completar el año del cargo ya que César decidió volver a Roma antes de tiempo al encontrarse frente a la estatua de Alejandro Magno en el templo de Hércules, donde lloró al darse cuenta de que a sus 31 años Alejandro ya era emperador del mundo y él solo era un cuestor más destinado a recolectar los impuestos en las provincias de Roma.
Así César volvió a Roma para seguir activamente en la política de la ciudad hasta el año 65, en el cual alcanzó la edad mínima para ser elegido edil curul. Como edil Julio realizó grandes obras públicas en la ciudad y organizó varios juegos en el circo máximo. En el año 63 a.C. tras la muerte de Mételo Pio César decidió presentarse a las elecciones de sumo pontífice y para ello consiguió que los tribunos de la plebe cambiaran el método de selección de Pontificex maximus. Finalmente 17 de las tribus de Roma eligieron a César para el cargo, por lo cual el nuevo pontificex maximus se estableció en la Domus Pública, en pleno núcleo sagrado de la ciudad, junto al templo de las vestales.
La carrera política de César siguió al alza financiada por Craso, así llegó a ser pretor urbano en el 62 y Propretor en Hispania en el 61, donde recolectó grandes sumas de dinero necesarias para pagar sus deudas en Roma. En el año 61 a.C. César volvió a Roma con la intención de ser elegido cónsul y para ello organizó una alianza entre los dos hombres más poderosos de Roma, Craso el hombre más rico de la república y Cneo Pompeyo Magno, el gran imperator de Roma. César consiguió convencer a estos dos enemigos para unirse a él en alianza formando así el primer triunvirato, permitiéndoles así tomar el poder político de la república. Gracias a esta alianza César fue nombrado cónsul junto a Marco Calpurnio Bíbulo, pero durante el año de consulado, César consiguió eclipsar a Bíbulo hasta que nadie recordaba que había otro cónsul además de César.
Tras el año de consulado, César fue nombrado procónsul de la Galia Cisalpina, la Galia Nabordense e Iliria durante 5 años. César sabía que durante estos años de proconsulado tendría que sentar las bases para volver a Roma como el único gobernante y para ello necesitaba una guerra y la gloria militar y dinero que esta aporta. Así César decidió conquistar la Galia interior, la de las más de 100 tribus. La Galia estaba compuesta por diversas tribus independientes y sin una identidad de patria única, lo cual aprovecho César para someterlas una a una. Durante cinco años César lucho de norte a sur sometiendo todas las plazas comprendidas entre la tierra de los belgas y belovacos hasta las tierras de los arvenos. Durante la guerra de las Galias César dictaba los “comentarios de la guerra de las Galias” a sus secretarios con la intención de que todos en Roma se enterasen de sus diversas victorias y así aumentar su gloria entre el pueblo romano.
Pero los galos no se rendían, cuando César sometía un pueblo y parecía que un fuego se apagaba otro se encendía en otra parte de la Galia. Esta situación junto con las incursiones de pueblos germanos en la Galia ocasionó que la Galia no fuese conquistada durante estos 5 años, por lo que César convoco en su villa de Ravena a Pompeyo y a Craso para que el triunvirato forzase a que el senado aprobase una prórroga de su proconsulado durante 5 años más, para que así Cesar pudiese presentarse a cónsul del año 49 a.C. sin perder la protección de sus legiones en ningún momento y así poder acabar con la conquista de la Galia Interior. A su vez el triunvirato le otorgó el gobierno de Hispania a Pompeyo y decidió que Craso combatiría al reino de los Partos. Esta situación resultó muy beneficiosa para César ya que Pompeyo se encontraría en Hispania y para llegar a Roma tendría que atravesar las provincias de César y Craso se embarcaría a una guerra sin garantías de victoria.
La guerra de las Galias prosiguió con la misma dinámica y solo unos pocos pueblos como los heduos permanecían fieles a Roma. Con la finalidad de acabar con las incursiones germanas en la Galia César decidió construir un puente sobre el Rin, en algún punto al sur de la actual ciudad de Bonn y se convirtió en el primer magistrado romano en pisar Germania, en el 55 a.C. Tras esta hazaña César volvió a cruzar el Rin en el 53 a.C. y decidió ser también el primer magistrado Romano en cruzar el mar y pisar las islas británicas.
Esta guerra solo finalizó cuando un joven arveno llamado Vercingetorix, el hijo del rey Céltilo, logró reunir un ejército compuesto por diversas tribus galas, el cual seguía las tácticas del ejercito romano ya que Vercingetorix había estado alistado en las tropas auxiliares el ejército de César. El arveno demostró ser un gran estratega obligando a César a dividir sus fuerzas enviando parte de su ejército a atacar las provincias romanas y otra parte a atacar a las legiones dirigidas por Tito Labieno, que estaban acantonadas en el interior de la Galia. César decidió dirigirse a la Galia Nabordense para asegurar la defensa de la provincia romana y tras asegurar las defensas atravesó los Alpes para invadir el país de los arvenos y forzar a Vercingetorix a finalizar el asedio a Labieno. En Gergovia, la capital de los Arvenos, César obtuvo una importante derrota y tras mandar retirada a sus tropas consiguió montar una trampa para Vercingetorix, el cual sintiéndose victorioso se decidió a perseguir a César en su retirada. Tras un brillante movimiento estratégico, las tropas de César sorprendieron al ejecito galo moviéndose de noche y Vercingetorix se vio obligado a retirarse hacia la trampa de César, la ciudad de Alesia.
Alesia era una capital religiosa de los galos y se encontraba construida sobre una colina, donde César atrapó a Vercingetorix. El galo mandó mensajeros a las diversas tribus de la Galia para que estas mandasen un gran ejercito a su rescate y César consciente de ello preparo el campo de batalla para que su ejército de 40000 hombres pudiese vencer al ejército de reserva galo, el cual estimaba que estaría compuesto por más de 100000 hombres. Para ello César dispuso una doble barricada, una viendo hacia la ciudad y otra hacia el exterior y en el interior dispuso todo tipo de trampas lo suficientemente profundas como para no poder ser rellenadas con arena o cadáveres. Así se aseguraría de que ni el ejército de reserva entrase en la ciudad ni el de la ciudad saliera al exterior. Más de cien mil galos llegaron a Alesia para salvar a Vercingetorix, pero tras tres combates los galos se vieron reducidos y el gran ejército de reserva se vio derrotado. Por lo que finalmente, Vercingetorix se vio obligado a entregarse a César y el romano lo hizo preso dando órdenes para que el galo permaneciera vivo hasta el día de su futuro triunfo en Roma.
Una vez sometida la Galia, César volvió a su villa de Ravena donde se enteró de la muerte de Craso en mano de los partos y de la muerte durante el parto de su hija Julia, esposa de Pompeyo. Allí César reunió a sus consejeros y aliados de Roma, los cuales le contaban que Pompeyo se estaba aliando con el senado debido a los celos que sentía por César y la gloria militar que este había adquirido. Finalmente, en el 49 a.C. los aliados de César se vieron obligados a huir de Roma y contarle que le habían quitado el título de procónsul y se lo habían entregado a Domicio Ahenobarbo. Esta estrategia pretendía que César perdiera la protección de sus legiones y tuviera que presentarse en Roma como un civil más para poder ser elegido cónsul. César vio ahí la trampa de Pompeyo y el senado por lo que propuso prescindir de sus legiones si Pompeyo también lo hacía, consciente de que este no aceptaría, pero demostrando así a la plebe que él no buscaba la guerra.
Tras la negativa de Pompeyo César se vio obligado a cruzar el Rubicón, el cual era la frontera entre Italia y la Galia Cisalpina y todo magistrado de Roma que cruzase esta frontera al frente de sus legiones era nombrado enemigo público de la República. César consciente de ello cruzó el Rubicón pronunciando la frase “alea jacta est” (“la suerte está echada”). César tardó pocos días en tomar el norte de Italia y Pompeyo decidió huir hacía Grecia con los optimates, por lo que César se vio obligado a perseguirlo a marchas forzadas hasta Brundisium, pero no alcanzó a su enemigo y se vio obligado a construir una nueva flota para perseguirlo. Antes de ir tras Pompeyo César se dirigió a Roma, donde fue nombrado dictador y posteriormente cónsul y solo como magistrado oficial de Roma se embarcó a perseguir a Pompeyo. César era consciente de que cuanto más tiempo tardase en cruzar el Adriático Pompeyo se hacía más fuerte en Grecia y su flota dificultaría su paso a través del mar, por lo cual decidió cruzar el mar con la mitad de su ejército y dejando encargado a Marco Antonio para que lo siguiera después con el resto de sus tropas.
César cruzó el mar, pero las tormentas le hicieron perder gran cantidad de hombres en el mar por lo cual se vio obligado a desplazarse por la provincia de Asía mientras llegaban las tropas de refuerzo. Finalmente, Marco Antonio cruzó el mar y alcanzó a César en Tesalia, donde planearon enfrentarse a Pompeyo cerca de la ciudad de Farsalia. En la batalla de Farsalia César obtuvo una victoria estratégica aplastante sobre Pompeyo al retirar una cohorte de cada legión para hacer una nueva división de su ejército que destrozó el flanco izquierdo de las tropas de Pompeyo. Tras la derrota varios aliados de Pompeyo murieron, entre ellos Tito Labieno quien había traicionado a César después de ser su mejor tribuno militar en la Galia. Pompeyo por su parte decidió huir hacía Egipto en busca de la ayuda del faraón, pero allí fue asesinado a traición cuando se dirigía a tierra firme.
César persiguió a Pompeyo hasta Egipto donde el faraón Ptolomeo XIII le entregó la cabeza de Pompeyo y su anillo con el león grabado. César envío el anillo a Roma para certificar la muerte de Pompeyo y el fin de la guerra civil, pero decidió quedarse en Alejandría y tomar la ciudad, por lo cual se atrinchero en el palacio con el faraón. En un primer intento de romper el cerco al palacio por las tropas egipcias César intentó tomar la isla de faros para tener el control del puerto, pero fue incapaz de contener a las tropas egipcias. Durante esta batalla los romanos lanzaron flechas incendiadas contra los barcos egipcios propiciando el incendio de una parte de la ciudad y de la gran biblioteca de Alejandría. La suerte de César cambió cuando unos esclavos consiguieron meter a Cleopatra en el palacio, la cual se alió con César para que este le ayudara a ser la reina de Egipto. César decidió aliarse con los judíos, los cuales eran enemigos de Pompeyo tras la toma de Jerusalén y tras planear su huida de Alejandría en las galeras se reunió con los judíos y tomaron la ciudad de Alejandría por sorpresa. Tras la toma de la ciudad César casó a Cleopatra con su hermano Ptolomeo XIV, el cual solo era un niño, para que administrasen el poder de Egipto y se sometieran a César y a Roma.
Tras más de dos años César volvió a Roma donde al fin pudo celebrar sus triunfos en la Galia, Farsalia y Egipto y fue nombrado prínceps y dictador vitalicio. Durante este tiempo César se encargó de realizar diversas reformas en Roma, construyó templos, lugares para que se reuniesen los comicios, acuñó monedas con su cara y reunió a los mejores astrónomos de Grecia para reordenar el año en un nuevo calendario, el que utilizamos hoy en día. Además de todas estas reformas César tuvo que acabar con los últimos seguidores de Pompeyo que mantenían la esperanza de devolver el poder a los optimates. Así que se embarcó a África donde derrotó a Catón y a Escipión y a Hispania donde venció a los hijos de Pompeyo.
Tras vencer a todos sus enemigos y realizar todo tipo de reformas César decidió utilizar su poder absoluto sobre la república para organizar una gran campaña de más de dos años en la cual conquistaría al imperio Parto y Germania. César tenía planeado salir en esta gran campaña el 17 de marzo del 44 a.C. pero durante los de marzo (15 de marzo) César fue asesinado en la Curia de Pompeyo por varios senadores contrarios al dictador, destacando entre ellos a Décimo Junio Bruto y a Marco Bruto, el propio hijo adoptivo de César. César recibió 23 puñaladas y solo gimió por la sorpresa durante la primera, su muerte ocasionó una nueva guerra civil y cambió el curso de la historia de Roma y el mundo. Ninguno de los asesinos de César vivió más de dos años y la mayor parte murió por el mismo puñal con el que asesinaron al dictador. Desde entonces los idus de marzo son conocidos como el día del parricidio y jamás se volvió a reunir el senado durante ese día.
Durante los primeros juegos de Octavio, ofrecidos a César, surgió un cometa en la onceava hora del día y brilló durante siete días consecutivos, era el alma del imperator que fue admitido en el Olimpo de la mano de Júpiter.

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